los océanos se pusieron de pie: "Aquí no hay otro patrón que nuestro Señor Pantufla"
inmediatamente del cielo descendió una pantufla de seis kilómetros de largo
sonó el candombe del cardumen y la fiebre, la noción de existencia banal, la desenfrana danza de féminas en bolas, y todo lo que José de San Martín deseó se puso de relieve en la Cordillera de los Deseos que tenía tallada en su espalda
bom bam bum bom bam bum
tocaba el negrito hermoso con sus tres manos, y la chinita bailaba, y el hombre de sombrero cuyo nombre es Epsilon Dwartz
EL CANDOMBE DEL CARDUMEN
ReplyDeletelos océanos se pusieron de pie: "Aquí no hay otro patrón que nuestro Señor Pantufla"
inmediatamente del cielo descendió una pantufla de seis kilómetros de largo
sonó
el candombe del cardumen y
la fiebre, la noción de existencia banal, la desenfrana danza de féminas en bolas, y todo lo que José de San Martín deseó se puso de relieve en la Cordillera de los Deseos que tenía tallada en su espalda
bom bam bum bom bam bum
tocaba el negrito hermoso con sus tres manos, y la chinita bailaba, y el hombre de sombrero cuyo nombre es Epsilon Dwartz
felices
se hallaban
Qué lindo que escribe Vul che, yo iba a comentar una boludez pero ahora estoy inhibido.
ReplyDeleteMá sí. Iba a decir que estas minas con esas caderitas me dan la sensación de que las apretujó King Kong. Creo que es una sensación onanista, dios mío.